9.1 Introducción

Muchas personas que experimentan sinhogarismo muestran inseguridad a la hora de relacionarse con los demás debido a la inseguridad que experimentaron durante la niñez. Esto suele traducirse en una escasa resiliencia a la hora de enfrentarse a situaciones estresantes y causarles problemas emocionales y dificultades de adaptación.

Para favorecer el desarrollo personal de estas personas es esencial acercarles a modos alternativos de relacionarse con los demás y controlar las emociones. El apoyo entre pares es una práctica efectiva para encaminarlas hacia conductas de comportamiento más seguras, donde puedan lidiar con el estrés de una forma más positiva (Jewels Rhode, 2014)

Los agentes de apoyo pueden fomentar este proceso de recuperación al crear una relación positiva con las personas que apoyan. Tener experiencias en común no solo implica comprender las dificultades que uno tiene que atravesar durante su proceso de recuperación, sino que también contribuye a inspirar confianza a aquellos que están empezando su viaje hacia una vida más estable y con mayor integración social. Además de asistir el proceso de recuperación, entonces, al actuar como modelo de conducta, el agente de apoyo puede representar un punto de llegada. En la primera fase de la intervención, los agentes de apoyo pueden ayudar a romper el hielo, escuchando las necesidades y las historias de la vida de las personas que necesitan apoyo para que se sientan más comprendidas. Esto puede animarlas a emprender un proceso de recuperación, y también generar un sentido de confianza hacia el personal de los servicios sociales. Al compartir sus propias historias, los agentes de apoyo podrán aportar esperanza a aquellos que puedan sentirse desamparados o abrumados ante el número de retos que tendrán que afrontar durante su camino hacia la recuperación. Construir una relación positiva también es útil para los profesionales de los servicios sociales que se pueden beneficiar de la información recopilada por los agentes de apoyo para ajustar el plan de intervención.

9.2 Resultados de aprendizaje

En el apartado el alumnado aprenderá a:

  • Analizar los componentes positivos de la relación entre pares tales como la mutualidad y el empoderamiento
  • Entender las diferencias entre ofrecer asistencia y establecer una relación de apoyo entre pares orientada a empoderar a la persona
  • Familiarizarse con los conceptos de poder, elección y control en las relaciones entre pares

9.3 Mutualidad y empoderamiento

Ser agentes de apoyo mutuo significa estar formados y capacitados para apoyar a otras personas. Un aspecto importante de la mutualidad es la capacidad de establecer diálogos que enfaticen la conexión, pero en que también se respeten las posibles discrepancias. La capacidad de involucrarse en estos tipos de diálogos que promuevan el crecimiento de las personas involucradas y aseguren la autenticidad de su relación es un elemento fundamental. Es necesario ser capaces de aceptar la vulnerabilidad y de mantenerse abiertos a la interacción.

Por otro lado, el empoderamiento es un proceso social que ayuda a las personas a ganar control sobre sus propias vidas. A través de este proceso las personas adquieren el poder de actuar en cuestiones que ellos definen como importantes en sus vidas, ganando independencia en sus propias vidas y en sus comunidades.

El apoyo mutuo se entiende, normalmente, como una relación en que personas que han vivido experiencias similares se ofrecen ayuda recíproca, especialmente a la hora de enfrentarse a situaciones difíciles. Los agentes de apoyo son personas con experiencias personales específicas que están formadas y contratadas para ayudar a otros en su proceso de recuperación. A través de este trabajo se desarrollan relaciones de empoderamiento mutuo, se comparten experiencias de modo que inspiren esperanza y se ofrece apoyo en igualdad de condiciones (Scottish Revoery Network, 2012).

El apoyo mutuo emplea un enfoque basado en las fortalezas de las personas, que de hecho se convierten en el punto de partida del proceso de recuperación. Este enfoque reconoce al individuo como una persona completa en lugar de centrarse únicamente en el problema. Esto permite crear una relación que mira hacia adelante y a buscar soluciones, una relación que genera esperanza, promueve la resiliencia y el desarrollo de la habilidad de enfrentarse a las dificultades (Jewels Rhode, 2014).

Relaciones de tipo asistencial VS relaciones que empoderan

Aunque los agentes de apoyo juegan un papel fundamental en la recuperación, deben centrarse en empoderar al cliente en lugar de solventar sus problemas. Este último mecanismo, de hecho, es parte de lo que se conoce como “relación de tipo asistencial”, que puede perjudicar el proceso de recuperación porque le quita al cliente su responsabilidad, reduciendo su autoeficacia y el control que tiene en su vida. Los agentes de apoyo deben trabajar de cara a construir una “relación de apoyo mutuo que promueve el empoderamiento”, ofreciendo a las personas que están apoyando las herramientas necesarias para su propia recuperación. Solo de esta forma podrán superar sus miedos y ganar confianza en sus habilidades para afrontar el cambio y adoptar una forma diferente de afrontar sus problemas.

Mowbray define así el rol de los agentes de apoyo mutuo: “Las relaciones de apoyo entre pares pueden contrastar el estigma, la discriminación y los prejuicios, y hacer hincapié en la plena inclusión en la comunidad en lugar de centrarse exclusivamente en la gestión de los síntomas. Al mismo tiempo, se trata de una práctica que, al mostrar que la recuperación es posible, infunde esperanza y ayuda a las personas que reciben apoyo a orientarse por los servicios y aprender estrategias de afrontamiento exitosas” (Mowbray et al, 1997, p. 398).

El empoderamiento es un elemento importante del apoyo mutuo, ya que se relaciona con la capacidad de las personas para hacer frente al estigma, la pobreza y el aislamiento social que normalmente acentúan los problemas cognitivos, las inseguridades emocionales y las dificultades sociales que puedan sufrir. La participación en prácticas de apoyo mutuo, ya sea como agente de apoyo o como persona que recibe apoyo, suele traducirse en una mayor sensación de independencia y empoderamiento. También puede aumentar la estabilidad en el trabajo, la educación y la formación, lo que contribuye a proporcionar esa sensación de empoderamiento. Davidson et al. (1999) atribuyen estas mejoras a los cambios en la forma de pensar y de comportarse que se producen al establecer relaciones de apoyo entre pares.

Un elemento importante del apoyo mutuo es la sensación de aceptación y empatía real que el beneficiario adquiere al establecer este tipo de relación con un agente de apoyo (Davidson et al 1999). En un estudio cualitativo que exploraba la relación de apoyo mutuo en el ámbito de la salud mental, Coatsworth-Puspokey et al (2006) descubrieron que los beneficiarios creían que compartir experiencias promovía la creación de un vínculo y de un sentido de compañerismo, que les hacía sentir que sus problemas eran mejor comprendidos.

Poder, elección y control en las relaciones de apoyo mutuo

Obtener el control sobre la propia vida implica ser capaces de elegir entre diferentes caminos. Tener la oportunidad de tomar decisiones en el camino de la recuperación puede dar miedo, ya que a menudo es necesario cambiar la forma en que una persona se enfrenta a sus propios problemas. Sin embargo, una vez que se haya alcanzado el objetivo, ser responsable de las decisiones también aporta la sensación de plenitud. Empezar con pequeños objetivos y avanzar hacia otros más grandes es la clave para fortalecer la confianza en las propias capacidades para alcanzar mejores condiciones de vida y ganar la sensación de control de la propia vida.

El poder, por otra parte, se refiere a la influencia que una persona tiene sobre lo que hacen los demás, y puede ser muy útil si los agentes de apoyo lo utilizan adecuadamente para ayudar a los beneficiarios a conseguir resultados positivos. Los agentes de apoyo deben utilizar su poder para ayudar a sus compañeros a tomar las decisiones correctas, permitiéndoles siempre que se hagan responsables de sus propios cambios y de los resultados alcanzados.

Para alcanzar más eficazmente este objetivo es importante tener una mayor comprensión de cómo funcionan las relaciones. Para ello, podemos considerar los roles y los patrones de interacción que pueden surgir de una relación de apoyo mutuo entre iguales. Uno de los autores que ha descrito este complejo fenómeno es Stephen Karpman, un psicólogo que distingue tres roles diferentes en su modelo denominado «Triángulo Dramático»: Víctima, Salvador y Perseguidor.

Víctima: las víctimas suelen sentirse engañadas, atrapadas, impotentes y desesperadas. Creen que están a merced del universo. Se niegan a aceptar la responsabilidad de sus circunstancias desfavorables y creen que carecen de capacidad para cambiar su condición. Las víctimas se creen desamparadas o ineptas y atribuyen la responsabilidad a los perseguidores (pueden ser otras personas o una situación o circunstancia concreta). Buscan continuamente salvadores que les ayuden a resolver sus problemas. Si las víctimas permanecen en esta condición, serán incapaces de tomar decisiones, resolver problemas, cambiar su situación actual o sentir alguna sensación de satisfacción o logro.

Salvador: siempre intercede por las víctimas e intenta librarlas de los sufrimientos. Se sienten culpables de quedarse quietos mientras una persona se hunde. Los salvadores tienen el gran propósito de salvar a los demás y lo consideran esencial. Se les escapa la idea de que, al proporcionar soluciones a corto plazo a las víctimas, las mantienen subordinadas y desatienden sus verdaderas necesidades. Esta puede ser la razón por la cual a menudo se sienten cansados, sobrecargados e incapaces de responder adecuadamente, ya que siempre están ocupados en la emergencia de rescatar a las víctimas.

Perseguidores: son severos, firmes y establecen reglas y límites. Tienen tendencia a creer que deben ganar a cualquier precio. Sin ofrecer una orientación adecuada, apoyo o una solución a la situación, los perseguidores culpan a las víctimas y condenan el comportamiento de los salvadores. Son críticos y expertos en detectar fallos, y mantienen el orden y la rigidez en su gestión. Oprimen a las víctimas y, en ocasiones, pueden ser intimidadores.

Los roles descritos componen el Triángulo Dramático, un modelo de interacciones sociales disfuncionales. Se puede trabajar para cambiar el Triángulo Dramático por un modelo positivo, llamado Triángulo de Empoderamiento.

En el Triángulo del Empoderamiento, las víctimas se transforman en creadores, que se centran en los resultados, en lugar de en los problemas. Los creadores se centran en los objetivos en lugar de en las críticas. Aclaran sus objetivos y asumen la responsabilidad de lograr los resultados deseados.

Los salvadores cambian su papel por el de mentores, que cuidan y confían en los creadores. Se centran en capacitar a los creadores y trabajan con ellos para ayudarles a alcanzar sus objetivos. Los mentores no resuelven los problemas, sino que ayudan y preparan a los creadores para que encuentren sus propias soluciones.

Los perseguidores se convierten en personas que desafían a los creadores y les muestran los límites que pueden superar. Creen que los creadores son capaces de progresar, así que, en lugar de criticar o culpar, les estimulan para que avancen en su proceso de recuperación.

Comprender y mantener los límites en la relación de apoyo mutuo formal

Al formar parte del equipo de intervención, los agentes de apoyo deben ser conscientes de su papel. Debido a la importancia que tienen en el establecimiento de una relación mutua y positiva con sus clientes, es fundamental que tengan en cuenta que es más beneficioso decantarse por un enfoque empático que por uno compasivo. Mantener los límites significa mantener la distancia adecuada para que la persona en el proceso de recuperación se sienta comprendida y apoyada, pero sin caer en la tentación de proporcionarle inmediatamente todo lo que pida, lo que llevaría a una relación de tipo asistencial. El agente de apoyo mutuo debe tratar de hacer que la persona se sienta acogida, sin dejar de tener en cuenta cuál es su papel y los recursos que tiene a su disposición:

  • Utilizar la experiencia personal de recuperación como herramienta
  • Ayuar en la identificación de problemas y apoyar a la persona que esté pasando por un momento difícil
  • Promover la autosuficiencia y apoyar el establecimiento de metas
  • Comunicarse de forma efectiva con otros proveedores de servicios
  • Crear un ambiente en que se garantice el respeto
  • Animar a las personas a desarrollar y seguir su propio plan de recuperación

Por todo esto, es necesario debatir y tener presente el tema de los límites, que están vinculados a los propios valores de las personas y se dividen en categorías comunes: físicos, mentales y emocionales.

La mayoría de las personas, por ejemplo, se dan cuenta de cuándo alguien invade el límite de su espacio personal al situarse demasiado cerca. En estos casos, la persona puede echarse hacia atrás, apartarse o pedir al otro que se aleje. El nivel de comodidad cambia según la relación que haya entre las personas: es más habitual sentirse cómodos si las personas que se acercan son familiares o amigos cercanos, pero la situación puede cambiar si la persona que se acerca es un desconocido. Muchas personas también reconocen cuando alguien viola sus límites mentales o emocionales, especialmente si se trata de una violación evidente, por ejemplo, si alguien se muestra irrespetuoso, denigrante o levanta la voz. La situación puede complicarse cuando la persona que viola los límites es alguien con quien se trabaja profesionalmente.

Encontrar el equilibrio en la relación entre el agente de apoyo y su par puede ser un reto. Un componente esencial del apoyo mutuo es compartir la experiencia vivida. Por su propia naturaleza, esta relación tiene límites más fluidos en comparación con una relación tradicional entre usuario y profesional, lo que, por un lado, puede ser útil para crear una relación de apoyo, pero, por otro lado, puede ser un desafío, especialmente si la relación se convierte en una amistad y se relajan considerablemente los límites.

Otro problema que se experimenta está relacionado con las diferencias en las experiencias de vida del agente de apoyo y del cliente, lo que no tiene por qué ser un problema, pero, si no se maneja adecuadamente, podría llevar a crear involuntariamente expectativas de recuperación poco realistas para la persona que recibe apoyo. Por lo tanto, es importante no olvidar que ciertos aspectos del camino hacia la recuperación pueden no ser comparables.

Por último, los agentes de apoyo mutuo que trabajan para organizaciones que una vez los atendieron, pueden llegar a trabajar con personas que fueron usuarias del servicio al mismo tiempo que ellos. En tales situaciones es una buena idea preguntar al agente de apoyo si hay alguna razón por la cual no pueda o quiera trabajar con una determinada persona. También es posible que la persona que necesita apoyo no quiera trabajar con un agente de apoyo que haya sido atendido en el mismo centro. En este caso, además, la persona usuaria puede saber mucho sobre la historia personal de su potencial agente de apoyo, lo que podría complicar la creación de una relación de apoyo mutuo.

9.4 Lecturas recomendadas